"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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31-08-2015 |
DAVID HARVEY ANALIZA LA REVUELTA KURDA Y EL POS-CAPITALISMO
David Harvey es Profesor de Antropología y Geografía en el Centro de Pos-Graduados de la Universidad de Nueva York (CUNY).
Sardar Saadi
Desde Madrid hasta Kobanê, las metrópolis son cada vez más centrales para superar el sistema, dice el geógrafo, pero la izquierda clásica prefiere sostener la visión romántica sobre la lucha de clases.
David Harvey es Profesor de Antropología y Geografía en el Centro de Pos-Graduados de la Universidad de Nueva York (CUNY). El estuvo en la ciudad de Diyarbakir, en el Kurdistán turco, para visitar la región y también para participar en un panel para el primer día de la Feria del Libro de Amed, con su más reciente libro: Diecisiete Contradicciones y el fin del capitalismo, traducido al turco por Sel Publishing. El colaborador de ROAR Sardar Saadi se sentó con él para una entrevista.
Sardar: ¿Usted puede decirles a nuestros lectores que es lo que trajo a Kurdistán? ¿Oí decir que estuvo en Kobanê también?
Harvey: Esta es mi tercera visita a esta parte de Turquía, y yo tengo algunos contactos personales muy fuertes con algunas de las personas que dictan clases en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Artuklu de Mardin. Mardin es un lugar muy bonito para visitar, y yo encontré una manera para combinar el placer y el trabajo. Más bien estoy aquí debido a la situación general de Turquía y, en particular, también por la región autónoma kurda de Rojavá, en Siria. El lado sirio de la frontera es fascinante; y al mismo tiempo, es bastante horrible. Estoy muy interesado por Rojavá últimamente. Intenté llegar a Kobanê también, pero el gobierno turco básicamente cerró la frontera.
Sardar: Los gobernantes de Turquía y de la región kurda de Iraq impusieron un embargo a Rojavá. ¿Cómo vincula usted este hecho con lo que está aconteciendo en la región?
Harvey: Puedo apenas especular que nadie quiere que nada de lo que está sucediendo en Rojava asuma un carácter y trascendencia internacional, y nadie quiere que nada de lo que está sucediendo allí sea exitoso. Ese es mi pálpito. Y es algo muy obvio.
Sardar: Existen muchas iniciativas para reconstruir Kobanê. Los bombardeos dejaron la ciudad casi enteramente destruida. ¿Cuál es su perspectiva sobre la reconstrucción y las posibilidades de crear alternativas anticapitalistas en esa área?
Harvey: Vi un mapa con informaciones satelitales: queda claro que más del 80% por ciento de Kobanê fue destruida. La reconstrucción es esencial, hay que concentrarse en los edificios de superficie y traer al pueblo nuevamente. Allí hay toda una gama de oportunidades para pensar creativamente sobre una urbanización alternativa.
Pienso que la mayor dificultad será enfrentar los derechos de propiedad existentes, a medida que la población local pueda restablecerse. Ellos probablemente quieran construir sus derechos de propiedad en la forma en que existían antes: van a querer tener de vuelta su viejo estilo de urbanización y eso sucede. No solo eso, la cuestión también será de dónde vendrán los recursos para la reconstrucción.
Así y todo, pienso que existen oportunidades para explorar alternativas anticapitalistas. Si esa posibilidad va a ser aprovechada, no lo sé. Pero, en la medida en que los pensadores kurdos están influenciados por alguien como Murray Bookchin, yo pienso que hay posibilidades de que la población explore caminos diferentes. Me dijeron que existen formas de gobierno de asambleas de base en Rojava, pero no he visto nada. Yo me preocupo un poco, usted sabe, con el romanticismo [idealizaciones] de izquierda. Los zapatistas dijeron “revolución” y todo el mundo idealizó lo que ellos estaban haciendo.
Sardar: Recientemente comparé la revolución en Rojava con los zapatistas. Levanté la hipótesis de que Rojavá se está convirtiendo en algo como un Chiapas de Oriente Medio. ¿Usted piensa que existen similitudes entre esas dos luchas?
Harvey: No tanta semejanza – en el sentido en que los zapatistas se organizaron, tomaron el control de su territorio y consiguieron protegerlo de una manera particular y en un momento particular. No fueron devastados por una guerra. No tuvieron tantos problemas como los que el pueblo de Rojava está enfrentando. Pero tenían una estructura comunal pre-existente, por eso había una forma de gobierno anterior – ellos no tuvieron que implementar todo desde cero. En ese sentido encuentro grandes diferencias.
Pienso que la idea de la similitud, viene más bien de la noción que algunas personas de la izquierda de Europa y de EE.UU también tienen: “oh… ese es el lugar, finalmente!”. Siempre les digo a esas personas que el lugar donde debería ser construido el socialismo revolucionario es en los Estados Unidos, sin esperar a que algo en Chiapas o en el norte de Siria nos libre del capitalismo [risas]. Eso no va a suceder.
Sardar: ¿Cómo ve usted que el movimiento de solidaridad internacional puede ser productivo en ayudar a Rojavá?
Harvey: Hay algunas cosas básicas, yo diría. No importa lo que pase allí, yo creo que la emancipación del pueblo kurdo –en la medida en que existe un nivel de auto-gobierno- es algo que vale la pena apoyar. Yo mismo estoy muy feliz en apoyar esa lucha. En la medida en que esas comunidades están experimentando nuevas formas de gobernarse y quieren experimentar nuevas formas de desarrollo urbano, pienso que va a ser muy interesante hablar con ellas. Estoy contento de percibir que las personas piensan hacer algo diferente. En la medida en que yo pueda ayudar o ayudar a movilizar ayuda, me gustaría ser capaz de hacerlo.
Es claro que habrá barreras para eso. Tendremos que encontrar maneras de superar esas barreras. Por ejemplo, hay un grupo alternativo de personas de Europa y América del Norte que está intentando ahora rediseñar la urbanización en Gaza. Yo creo que, si ellos fueran realmente capaces de hacer alguna cosa allá, podrían movilizarse para hacer algo en Rojavá también.
Existen posibilidades reales. Pero desde un punto de vista personal, me gustaría ser cauteloso en decir “oh, allí sucedió una gran cosa, todo está muy bien”. Al contrario digo, me gustaría decir; “mira, creo que las cosas están avanzando en una dirección interesante, digna de nuestro apoyo y discusiones; debemos hacer nuestros mejores esfuerzos en pos de intentar apoyar lo que la propia población está construyendo”.
Sardar: Usted mencionó en una entrevista con la Agencia de Noticias Firat, durante una conferencia en Hamburgo, que el Oriente Medio es una región que se está cayendo a pedazos. Mientras Rojava está floreciendo como una alternativa en ese ambiente caótico, no cree usted?
Harvey: Bien, lo que está sucediendo en esta región es una parte crucial del mundo geopolítico . El Oriente Medio está en un verdadero caos. Todo el mundo mete la mano: los rusos, los chinos, los yanquis, los europeos. Es una zona de conflictos desde hace bastante tiempo. Mira lo que está sucediendo en Siria, la guerra civil libanesa, la situación de Iraq, y ahora lo que sucede en Yemen, en Egipto, y otros ejemplos similares. Es una zona geológica muy inestable, en medio de una configuración geopolítica del mundo también muy inestable, que está produciendo desastres para las poblaciones locales.
Pero algo que muchas veces sucede en las catástrofes es que las cosas nuevas surgen justamente a partir de ellas. Pueden ser muy significativas. La razón por la cual el desastre produce algo nuevo es que la estructura de poder burgués típico desaparece, y las clases dominantes son incapaces de gobernar. Eso crea una situación donde las personas pueden comenzar a gobernarse por fuera de esas estructuras tradicionales de poder. Las posibilidades no surgen solo en Rojavá, sino también en otros lugares. Algunas de estas novedades, es claro, no serán muy agradables –como el ISIS. O sea, no estoy diciendo que todo está caminando en la dirección correcta. Es una zona de oportunidades, así como de catástrofes.
Sardar: Me gustaría que hablemos sobre ciudades. En la última década, las ciudades tienen una creciente importancia en la política kurda. En Diyarbakir, donde estamos ahora, el gobierno municipal pro-kurdo está interviniendo en la vida socioeconómica y política de la ciudad, así como en la reapropiación de los espacios urbanos. Por otra parte, por primera vez, la resistencia de Kobanê es la resistencia de una ciudad – al contrario que las resistencias e insurgencias anteriores de la historia del movimiento kurdo, que eran tradicionalmente relacionadas a una tribu, a un líder tradicional, o a un partido político nacionalista que lideraba la resistencia. Quiero saber si podemos vincular la resistencia en Kobanê, o el ejemplo del movimiento municipalista en Diyarbakir y otras ciudades kurdas de Turquía, con el movimiento global más amplio surgido en los últimos años en lugares como Plaza Tahrir de El Cairo, el movimiento Occupy que tuvo lugar en Nueva York, las protestas del parque Gezi en Estambul, y, más recientemente, los motines de Baltimore. ¿Usted ve alguna conexión entre esas formas emergentes de las políticas urbanas de calle?
Harvey: Si, el mundo está cada vez más urbanizado y vemos cada vez más el descontento emergente como un aspecto de la vida urbana. Ese descontento produce revueltas o protestas de masas, en algunos casos, como Gezi y lo que sucedió en Brasil en 2013. Existe una larga tradición de revueltas urbanas – la Comuna de Paris en 1971 y otras eclosiones muy anteriores – pero pienso que esta cuestión urbana está realmente tornándose central hoy en día, y la calidad de vida urbana está tomando la delantera, la vanguardia de lo que son las protestas contemporáneas.
Pero, al mismo tiempo, cada vez más, vemos protestas políticas internalizadas al interior de las ciudades. Lo que estamos comenzando a ver, como las Fuerzas de Defensa de Israel enfrentando a los palestinos en Ramallah y otras ciudades, es que no se trata más de disputas de Estado contra Estado – sino de tentativas del Estado para controlar la población urbana restante. Eso ocurre en los mismos Estados Unidos de América, en un lugar como Ferguson, donde una fuerza armada salió a enfrentar las protestas. Y en Baltimore, también. Cada vez más, pienso yo, vamos a ver ese tipo de conflictos urbanos de base surgiendo de las poblaciones, y veremos cada vez más los aparatos del Estado oprimiendo a las personas a las que deberían servir, tornándose parte de los aparatos administrativos del capital que esta reprimiendo a las poblaciones urbanas.
En suma, estos tipos de revueltas urbanas emergen de forma desigual en todo el mundo: en Buenos Aires, en Bolivia, en Brasil, etc.: la América Latina está llena de ese tipo de ejemplos. Incluso en la misma Europa ha habido gran agitación urbana: en Londres, Estocolmo, Paris, etc. Lo que tenemos que hacer es comenzar a pensar en una nueva forma de hacer política, que fundamentalmente es lo que el anti-capitalismo debe ser. Infelizmente, la izquierda tradicional todavía se centra estrictamente en los trabajadores y en los lugares de trabajo, al tiempo que ahora es la política de la vida cotidiana la que realmente importa.
La izquierda es, a veces, muy conservadora en términos de lo que pienso que es importante. Marx y Engels tenían una visión de cierto tipo de proletariado. Pero, ese proletariado desapareció en muchas partes del mundo, al tiempo que resurgió en muchos otros, como China o México, en distintas condiciones. Por eso, la izquierda tiene que ser mucho más flexible en su abordaje hacia los movimientos anti-capitalistas emergentes y en torno a la cuestión de la vida urbana que estalla en las revueltas de Baltimore, Plaza Tahrir y en otros lugares. Lo que no quiere decir que esas revueltas sean todas iguales –porque no lo son- más bien hay ciertas similitudes entre esos movimientos.
Sardar: ¿Qué opina usted de las posibles consecuencias de las revueltas ocurridas en lugares como Baltimore respecto al movimiento global contra el capitalismo? ¿Son apenas protestas momentáneas, en condiciones específicas de tiempo y espacio, o pueden ser vistas como indicadores de algo fundamentalmente erróneo en el sistema?
Harvey: Una de las mayores dificultades, políticamente hablando, es hacer que las personas vean la naturaleza del sistema en el que viven. El sistema es muy sofisticado en disfrazar lo que hace. Una de las tareas principales de los marxistas y de los teóricos críticos es intentar desmitificar, pero usted puede ver como sucede eso en una forma intuitiva a veces. Tomemos, por ejemplo, el movimiento de los Indignados: algo sucede en España y, en seguida, de repente sucede en Grecia y en otros lugares. Piense en el movimiento Occupy: de repente, hay ocupaciones que tienen lugar en todas partes. Por tanto, no hay conexión ahí.
Un acontecimiento específico, como la revuelta de Baltimore no significa nada en sí mismo. Lo que hace, cuando usted relaciona Ferguson o a alguno de los nuevos fenómenos políticos que están surgiendo, es mostrar que la gran mayoría de la población está siendo como seres humanos descartables. Eso sucede en los Estados Unidos y en otros lugares. De repente las personas comienzan a ver que se trata de un problema sistémico. Una de las cosas que deberíamos estar haciendo es enfatizar la naturaleza sistémica de este tipo de acontecimientos y luchas, mostrando que el problema está en el sistema.
Yo viví en Baltimore por muchos años, y lo que está sucediendo allá en este momento es realmente una repetición de lo que encontré en 1969, un año después de que una serie de lugares hayan sido incendiados. O sea: ¡pasaron décadas y las cosas allí son las mismas! Usted podría preguntarse “¿Pero qué mantiene todo de la misma manera?” A pesar de todas las promesas de aquellos que decían que estaban resolviendo la situación en la década de 1970, o de aquellos que afirman tener una solución para hoy, eso no sucede, y simplemente no va a suceder. La verdad: una montaña de otras cosas están cada vez peor.
Baltimore es interesante no solo a causa de lo que sucede en las aéreas pobres. El resto de la ciudad realmente se tornó extremadamente rico y valorizado, por eso, surgen en la práctica las ciudades. Siempre hubo dos ciudades, pero ahora existen dos ciudades con un abismo mucho mayor entre ellas, y todo el mundo ve la diferencia. Leí una entrevista con alguien de Plaza Tahrir, y una de las cosas de que se hablaba es que siempre vivían en condiciones no muy ricas, pero había personas que se estaban enriqueciendo asquerosamente. Los entrevistados no podían entender por qué esas personas se enriquecían tan asquerosamente, mientras el resto se estaba empobreciendo tanto o apenas, con suerte, manteniéndose igual. Y fue a partir de la rabia provocada por esa desigualdad que se volcaron contra el sistema. Esto es verdad en Baltimore, algo así como: “Su parte de la ciudad es buena, y la parte nuestra se está viniendo abajo en picada”.
Eso sucede con la mayoría de las ciudades. Usted mira alrededor y ve eso en Estambul, en todas partes. ¿Qué está haciendo el gobierno al respecto? Bueno, está sacando a las personas de las llamadas aéreas de villas [favelas, barrios marginales], porque están asentadas en tierras de alto valor, y esos terrenos podrían ser dados para el desarrollo, para que se construyan, entonces, centros comerciales y espacios para oficinas. Y entonces la gente dice “¡Eso no es así!”. Y así es que llegamos al punto que lleva a la gente a comenzar a ejercer su derecho a la ciudad, que es el de usar la ciudad para sus propios propósitos.
Queremos ejercer nuestro derecho a la ciudad de nuestra forma particular, que es radicalmente diferente a aquella del capital. Queremos hacer un tipo diferente de ciudad. ¿Cómo haremos eso? ¿No podemos hacerlo? Estas son preguntas difíciles. Cuando la gente levanta esas demandas surge otra cuestión: ¿usted puede hacer eso dentro de la estructura existente de los derechos de propiedad? Existe, en los Estados Unidos, la creencia de que la propiedad privada y la propiedad de la tierra no son un problema. Parte de la solución, yo supongo, surgirá cuando la gente comience a percibir que esa concepción es parte del problema. Eso les llevará a ver que es preciso llegar a una estructura alternativa de derechos de propiedad, que no son privados, particulares. Son colectivos, comunes.
Sardar: Quiero terminar preguntándole: ¿Qué inspiró su visita a Kurdistán, puede que regrese por aquí?
Harvey: Como ya dije, toda esta región es bastante crítica. Tuve, no mucho tiempo atrás, fantasías de que me iría a mudar para otro lugar. Pensé que podría asentarme en Atenas y, entonces, trabajar parte de mi tiempo en Turquía, un poco en el Líbano, otro poco en Egipto, toda la zona entre Europa y esta región. Lo que está sucediendo aquí parece ser fascinante, me gustaría estar presente. También tengo buenos amigos aquí, y una editorial maravillosa, la Sel Publishing. Debo decir que ellos han realizado un trabajo maravilloso de traducción y de invitarme para venir aquí y dar una buena mirada a las cosas. Si yo logro entrar en Kobanê, será porque ellos trabajaron muy duro para eso.
Sardar: Espero en breve ver sus libros traducidos en lengua kurda, y tengo la certeza de que el pueblo de Diyarbakir quedará siempre feliz de recibirlo, si usted se quiere mudar para esta región. Muchas gracias por su tiempo, profesor Harvey. Espero que usted entre en Kobanê prontamente.
Sardar Saadi es activista residente en Toronto, y estudiante de doctorado de antropología en la Universidad de Toronto.
Traducción al portugués: Pedro Lucas Dulc
Traducción al castellano: Serhed Serhildan
Fuente: Desacato.info
Artículo enviado por: Fernando Moyano
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